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Cetaganda (íà èñïàíñêîì)

ModernLib.Net / Bujold Lois McMaster / Cetaganda (íà èñïàíñêîì) - ×òåíèå (ñòð. 8)
Àâòîð: Bujold Lois McMaster
Æàíð:

 

 


      Los gobernadores de las satrapías se elegían dentro de un grupo de hombres que tenían parientes imperiales cercanos: hermanastros, tíos o tíos abuelos de las líneas maternas y paternas. Dos de los que ocupaban el cargo en ese momento eran de la constelación Degtiar. Cada uno de ellos regía su satrapía durante un período fijo de sólo cinco años y luego lo trasladaban, a veces a un retiro permanente en la capital de Eta Ceta, a veces a otra satrapía. Un par de los hombres mayores y más experimentados habían recorrido todo el imperio. El propósito de la limitación temporal era impedir que cualquiera que albergara pretensiones imperiales instaurara una base de poder local. Hasta ahí, todo resultaba muy sensato.
      Y… a quién había tentado en su hubris personal la emperatriz viuda? A quién había tentado Ba Lura? Cómo había conseguido relacionarse con los gobernadores, cómo había establecido el primer contacto? Si había desarrollado el plan durante veinte años, no le había faltado tiempo, mucho tiempo… y sin embargo, cómo había podido predecir qué hombres serían gobernadores de satrapías en la desconocida fecha de su muerte? Los gobernadores tenían que haber entrado en el complot hacía relativamente poco… cualquier otra suposición era imposible.
      Miles miró con los ojos entornados la lista de sus ocho sospechosos. Tengo que reducir la lista de alguna forma. De muchas formas. Sise basaba en la idea de que lord X había matado a Ba Lura personalmente, podría eliminar a los ancianos más frágiles… pero ésa era una conclusión precipitada. Cualquiera de los ghemlores podía tener un ghemguardia leal y capaz para encargarle la tarea, mientras él se quedaba en el centro de la ceremonia de entrega de regalos y establecía una coartada frente a docenas de testigos.
      No había ninguna deslealtad para con Barrayar en el asunto pero lo cierto era que Miles hubiera querido pertenecer a Seguridad cetagandana… concretamente, hubiera deseado ser el hombre que se encargara de la investigación sobre el supuesto suicidio de Ba Lura, fuera cual fuese la operación que estuvieran llevando a cabo en ese momento. Pero no había forma de introducirse en ese flujo de datos sin llamar la atención. Y no estaba seguro de que Rian tuviera la mente puesta en el asunto, por no mencionar la necesidad urgente de mantener la atención de Seguridad cetagandana lo más lejos posible de Rian. Miles suspiró, frustrado.
      Resolver el asesinato de Ba Lura no era asunto suyo. Su misión consistía en localizar la Gran Llave. Bueno, tenía una idea general de dónde estaba: en órbita, a bordo de una de las naves insignia de las satrapías. Cómo lograría descubrir en cuál de ellas?
      En ese momento, alguien llamó a la puerta e interrumpió sus furiosas meditaciones. Miles apagó rápidamente la comuconsola y dijo:
      — Adelante.
      Un Ivan de aspecto bastante dispéptico entró trotando por la puerta.
      — Y? — preguntó Miles, invitándolo a sentarse con un gesto. Ivan arrastró un sillón pesado y cómodo hasta la comuconsola y se dejó caer en él de costado, con una mueca. Todavía llevaba el uniforme verde.
      — Tenías razón. Es alguna sustancia que ingerí por vía oral y que se metaboliza rápido. No tan rápido como para que los médicos no pudieran conseguir una muestra, claro. — Ivan se frotó el brazo-. Dicen que mañana ya no hubieran podido rastrearlo.
      — Entonces, no habrá daño permanente.
      — Excepto para mi reputación. Tu coronel Vorreedi acaba de entrar con bombo y platillo, te lo digo por si te interesa. Por lo menos, él me tomó en serio. Charlamos mucho rato sobre lord Yenaro. A propósito, Vorreedi no me pareció un paranoico con botas. — Ivan dejó colgando en el aire las palabras. Por qué no vas a verlo?Miles hizo caso omiso.
      — Me alegro. Creo. Y no le mencionaste…?
      — Todavía no. Pero si no empiezas a vomitar alguna explicación plausible, pienso soltarlo todo ahora mismo.
      — De acuerdo. Me parece justo. — Miles suspiró y se preparó. Con la brevedad que permitían las complicaciones del caso, resumió su conversación con la haut Rian Degtiar, y sólo omitió la descripción de la increíble belleza de la mujer y su propia reacción frente a ella. Eso no era asunto de Ivan. Sobre todo,no de Ivan-. Me temo que la única forma en que podemos probar que Barrayar no tuvo nada que ver con esto es descubrir cuál de los gobernadores tiene la Gran Llave. — Y señaló hacia la órbita.
      Ivan tenía los ojos muy abiertos, la boca torcida en una mueca de desesperación total.
      — Qué? Quiénes van a descubrir al gobernador? Nosotros? Nosotros?Miles, hace sólo dos días y medio que estamos aquí, cómo es posible que el futuro del imperio cetagandano esté en nuestras manos? No te parece asunto de Seguridad de Cetaganda?
      — Y tú confiarías en ellos para limpiar nuestro nombre? — Miles se encogió de hombros y atacó por este lado-. Sólo nos quedan nueve días. Ya he pensado en tres caminos que pueden llevarnos hacia el hombre. Yenaro es uno de ellos. Unas pocas palabras tuyas a nuestro oficial de protocolo podrían poner la maquinaria de SegImp local a rastrear las conexiones de Yenaro sin sacar a relucir el asunto de la Gran Llave. Todavía. Otro camino tiene que ver con la muerte de Ba Lura, y no sé cómo puedo ponerlo en marcha en nuestro beneficio. Todavía. El tercero es el análisis político, y eso es algo que sí puedo hacer. Mira.
      Miles pidió a su comuconsola un mapa tridimensional esquemático del imperio cetagandano donde también aparecían las rutas de agujero de gusano y los reinos vecinos.
      — Ba Lura podría haber dejado la llave falsa en la nave de cualquier delegación galáctica. Pero eligió Barrayar. El sátrapa que compró a Ba Lura eligió Barrayar. Por qué?
      — Tal vez éramos los únicos disponibles en ese momento — sugirió Ivan.
      — Mmm. Estoy tratando de reducir el factor casualidad… por favor. Si el que apoya a Yenaro es nuestro hombre, nos eligieron de antemano como presas para las trampas. Ahora bien… — Hizo un gesto hacia el mapa-. Imagínate una situación en la que el imperio cetagandano se divide y cada planeta empieza a expandirse por separado. Quién se beneficiaría de un enfrentamiento con Barrayar?
      Ivan alzó las cejas y se inclinó hacia delante, mirando el brillante conjunto de esferas y líneas sobre la placa de vídeo.
      — Bueno… Rho Ceta está en posición de expandirse hacia Komarr, o lo estaría si no domináramos las dos terceras partes de los saltos de agujero de gusano que hay entre los dos. Mu Ceta acaba de recibir un buen golpe, administrado por nosotros, cuando trató de expandirse más allá de Vervain hacia el Centro Hegen. Ésas son las más evidentes. Las otras tres satrapías y Eta Ceta son todas interiores, no veo qué ventaja podrían obtener.
      — Pero queda el otro lado del nexo. — Miles hizo un gesto hacia el mapa-. Sigma Ceta, que bordea los grupos de la Estación Vega. Y Xi Ceta, que da hacia Marilac. Si trataran de separarse de Eta Ceta, les resultaría muy útil que todos los recursos militares del imperio estuvieran centrados en una expedición contra Barrayar.
      — Cuatro de ocho. Es un principio — concedió Ivan.
      Entonces, el análisis de Ivan era paralelo al suyo. Bueno, habían tenido el mismo entrenamiento estratégico… era obvio. Pero Miles se sintió oscuramente reconfortado. Si Ivan lo veía también, seguramente no podía atribuir sus sospechas a un exceso de imaginación.
      — Es una triangulación — dijo Miles-. Si consigo que cualquiera de las otras líneas de la investigación elimine aunque fuera parte de la lista, el lugar donde las líneas se superpongan… bueno, sería estupendo que todo terminara señalando a un solo gobernador…
      — Y entonces qué? — quiso saber Ivan, obstinado, frunciendo el ceño en un gesto de sospecha-. Qué vamos a hacer nosotros si descubrimos cuál es?
      — No… no estoy seguro. Pero creo que estamos de acuerdo en que un final discreto es preferible a un gran escándalo, no es cierto?
      — Ah, sí. — Ivan se mordió el labio, mirando el mapa de nexos de agujero de gusano-. Y, cuándo lo informamos?
      — Ahora no… todavía no. Pero creo que será mejor que empecemos a documentarlo. Archivos personales. — Así, si alguien seguía sus pasos, Miles esperaba que no póstumamente, pero ésa era la idea, por lo menos podría entender lo que había pasado.
      — Yo estoy haciendo eso desde el primer día — le informó Ivan con amargura-. Está todo en mi equipaje, bajo llave.
      — Ah, bien… — Miles dudó-. Cuando hablaste con el coronel Vorreedi, le sugeriste la idea de que Yenaro podía tener apoyo en niveles más altos?
      — No exactamente.
      — Entonces me gustaría que hablaras con él de nuevo, Ivan. Trata de desviar su atención hacia los gobernadores de satrapías… o algo así.
      — Por qué no le hablas tú?
      — No estoy… preparado. Todavía no. Esta noche no. Todavía estoy asimilando todo lo que ha pasado. Y técnicamente, aquí él es mi superior en SegImp, o lo sería si yo estuviera de servicio… Me gustaría poner límites a mis… eh…
      — Mentiras directas? — completó Ivan con dulzura.
      Miles esbozó una mueca, pero no lo negó.
      — Mira, en este asunto, yo tengo un acceso del que no dispone ningún otro oficial de SegImp, por mi posición social. No quiero perder esta ventaja. Pero eso también limita mi… no puedo hacer el trabajo de campo, los detalles sucios… mi situación es demasiado expuesta. Tengo que jugar con mis propias fuerzas y hacer que otros cubran mis debilidades.
      Ivan suspiró.
      — De acuerdo. Ya le hablaré yo. Pero que no sirva de precedente. — Se puso de pie con un gruñido de cansancio y se dirigió a la puerta, algo mareado. Miró por encima del hombro antes de irse-. El problema de que tú controles toda la situación, es que manejando los hilos de la tela como una araña, primito, tarde o temprano las partes interesadas acabarán convergiendo por los hilos hacia ti. Eres consciente de eso, verdad? Y qué, vas a hacer entonces,Mente Maestra? — Se inclinó con una ironía demasiado agresiva.
      Miles se encogió en la silla de la comuconsola, gruñó y volvió a pedir su lista de ocho sospechosos.
      A la mañana siguiente, el embajador Vorob’yev recibió una comunicación y tuvo que retirarse en la mitad de lo que se estaba convirtiendo en una costumbre: el desayuno con los jóvenes enviados de Barrayar en su comedor privado. Para cuando volvió, Miles e Ivan ya habían terminado.
      El embajador no volvió a sentarse. En lugar de eso, dedicó a Miles una mirada divertida.
      — Lord Vorkosigan, tiene usted una extraña visita.
      El corazón de Miles le saltó en el pecho. Rian aquí? Imposible… Sumente revisó rápidamente el uniforme verde de fajina, el estado de las insignias, el cierre…
      — Quién, señor?
      — El ghemcoronel Dag Benin, de Seguridad Imperial Cetagandana. Es un oficial de rango medio asignado a asuntos internos en el jardín Celestial y ha solicitado hablar con usted en privado.
       Miles trató de no jadear. Quéanda mal? Tal vez nada, tal vez nada… Cálmate.
      — Ha dicho de qué se trataba?
      — Al parecer, lleva la investigación del suicidio de Ba… no se qué. Y sus movimientos… eh… erráticos le llamaron la atención. Ya le advertí que había hecho usted mal en apartarse de la fila.
      — Y… debo hablar con él, entonces?
      — Hemos decidido hacerle ese favor, por cortesía. Lo hemos llevado a uno de los pequeños compartimentos para entrevistas en la planta baja. Un lugar monitoreado, por supuesto. Tendrá usted un guardaespaldas de la embajada dentro de la habitación. No creo que Benin venga con intenciones asesinas, sólo servirá para recordarle el estatus de su Casa y el suyo dentro de la sociedad barrayaresa, lord Vorkosigan.
       Hemos decidido.Así que el coronel Vorreedi, a quien Miles todavía no conocía, y probablemente Vorob'yev también, escucharían todas y cada una de sus palabras. Ay, qué follón.
      — De acuerdo, señor.
      Miles se levantó y siguió al embajador. Ivan lo miró marcharse con la expresión reprimida de un hombre que aguarda la inminente llegada de alguna forma especial de justicia cósmica.
      La habitación era exactamente lo que decía su nombre: un cuarto de muebles cómodos pensado para reuniones de dos o tres personas con el personal de seguridad de la embajada como cuarto sujeto invisible. El ghemcoronel Benin no tenía inconveniente en que se grabara toda la conversación. Un guardia de Barrayar, de pie al otro de la puerta, se deslizó detrás de Miles y el embajador cuando entraron, y se situó en su puesto, estoico y silencioso. Era alto y corpulento incluso para el estándar barrayarés, con un rostro inexpresivo. Lucía los galones de sargento y los del cuerpo de elite, así que Miles dedujo que esa expresión de bajo voltaje era una máscara.
      El ghemcoronel Benin ya los estaba esperando dentro y se levantó al verlos entrar. Era de estatura mediana, así que probablemente no tenía demasiados hautgenes en sus antepasados recientes: los haut favorecían la altura. Eso significaba que había adquirido su puesto sólo por mérito y no por rango social, lo cual no era necesariamente una ventaja desde el punto de vista de Miles. Benin estaba muy elegante en el uniforme de gala verde oscuro de los cetagandanos, es decir, el uniforme de trabajo diario del personal de Seguridad del jardín Celestial. Tenía la cara completamente cubierta de maquillaje, por supuesto, con un diseño imperial y no de clan: su alianza básica era con el Emperador. Una base blanca con curvas negras intrincadas y toques rojos: para Miles el efecto general le sugirió el de una cebra herida. Pero por asociación, era un dibujo que exigía un respeto instantáneo y profundo, y una cooperación total y abyecta en ocho planetas. Barrayar, claro está, no se contaba entre ellos.
      Miles trató de juzgar el rostro que se escondía bajo la pintura. No era un joven sin experiencia, pero tampoco se trataba de un viejo astuto. A primera vista le calculó algo más de unos cuarenta años estándar, joven para su rango pero no extremadamente inexperto. Su expresión revelaba una seriedad atenta pero el hombre se las arregló para esbozar una sonrisa de amabilidad cuando Vorob'yev lo presentó a Miles, que se transformó en un gesto de alivio cuando Vorob'yev los dejó solos.
      — Buenos días, lord Vorkosigan — saludó. Obviamente bien entrenado para la arena social, consiguió reducir su primera mirada al físico de Miles y convertirla en un rápido examen subrepticio-. Le ha explicado su embajador por qué estoy aquí?
      — Sí, coronel Benin. Entiendo que debe investigar la muerte de ese pobre tipo…, si es que tipo es un término correcto, que vimos tendido en el suelo de la rotonda el otro día. Impresionante, sí… — La mejor defensa es el ataque-.Consideran que fue un suicidio?
      Benin se puso en guarida.
      — Obviamente. — Su voz tenía un tono extraño, un tono que ponía en entredicho la afirmación.
      — Bueno, sí, por la cantidad de sangre era evidente que su ba murió en ese mismo lugar, o sea, que no le cortaron el cuello en otra parte y luego lo llevaron allí. Pero se me ocurre que si la autopsia demostrara que estaba inconsciente cuando murió, eso… descartaría el suicidio. Es una prueba sutil: la tensión y señales de la muerte suelen confundir en parte los síntomas del bloqueador… pero si se busca con cuidado, se pueden descubrir rastros. Sabe si se ha llevado a cabo esta prueba?
      — No.
      A Miles no le quedó claro si eso significaba que la prueba no se había hecho o que… no. Benin tenía que saberlo.
      — Por qué no? Si estuviera en su lugar… es lo primero que haría. No puede hacerla ahora? Aunque claro, dos días después no es lo más adecuado.
      — La autopsia terminó. Cremaron el cuerpo — afirmó Benin en tono inexpresivo.
      — Ya? Antes de cerrar el caso? Quién lo ordenó? Usted no, estoy seguro…
      — No… Lord Vorkosigan, eso no es de su incumbencia. He venido aquí por otra cuestión — dijo Benin, tenso. Después hizo una pausa-. A qué viene ese interés morboso en los sirvientes de la Señora Celestial?
      — Es lo más interesante que he presenciado desde que llegué a Eta Ceta. Espero que me entienda, es deformación profesional. En Barrayar me dedico a seguridad civil. Investigaciones sobre asesinatos… — Bueno, por lo menos una-. Y… tendría que agregar que me va bien. — Qué experiencia tendría ese oficial cetagandano en estos asuntos? El jardín Celestial era un lugar tan ordenado-. Se encuentra muy a menudo con situaciones como ésta?
      — No. — Benin estaba mirando a Miles con interés creciente.
      Por lo tanto, tal vez había leído mucho, pero le faltaría experiencia directa, por lo menos desde que lo habían ascendido a ese puesto. De todos modos, era evidente que aprendía deprisa.
      — A mí me parece prematuro cremar el cuerpo antes de cerrar el caso. Después siempre surgen preguntas…
      — Le aseguro, lord Vorkosigan, que Ba Lura no llegó inconsciente a la rotonda del funeral. Hasta los guardias de ceremonial hubieran notado una cosa así… — Ese tono levemente ácido, era una insinuación de que los guardias de ceremonial no se elegían por su inteligencia sino por el aspecto?
      — Bueno, en realidad, yo tengo una teoría — burbujeó Miles con entusiasmo-. Usted es el hombre indicado para confirmarla o descartarla. Alguien ha testificado haber visto la entrada de Ba Lura en la rotonda?
      — No exactamente.
      — Ah, no? Y… el lugar donde estaba el cuerpo… no sé qué tipo de cobertura de vídeo tienen ustedes, pero estoy seguro de que esa parte estaba oculta. O no habrían pasado quince… veinte minutos hasta el descubrimiento del cuerpo, correcto?
      Otra mirada pensativa.
      — Tiene razón, lord Vorkosigan. Normalmente, se rastrea visualmente la rotonda entera, pero en este caso, las dimensiones del catafalco… lo impedían.
      — ¡Ajá! Y entonces, cómo es posible que Ba Lura supiera exactamente…? No, déjeme decirlo de otra forma. Quiénes podían saber lo del punto ciego a los pies de la difunta emperatriz? Su Seguridad, y quién más? Hasta dónde llega su cadena de mando, ghemcoronel Benin? Lo están presionando para que resuelva rápidamente que se trató de un suicidio y se cierre el caso?
      Benin hizo una mueca.
      — No hay duda de que todos deseamos que el caso se resuelva con la mayor rapidez posible. La interrupción de una ocasión solemne como ésta es un hecho vergonzoso. Yo estoy tan interesado como cualquiera. Lo cual me recuerda mis preguntas, lord Vorkosigan. Me permite?
      — Ah, sí, claro. — Miles hizo una pausa breve y agregó justo antes de que Benin abriera la boca-: Entonces, usted está haciendo esto en su tiempo libre? Admiro su entrega.
      — No. — Benin respiró hondo y recompuso su expresión otra vez-. Lord Vorkosigan. Según nuestros registros, usted abandonó la recepción y mantuvo una conversación privada con una hautlady.
      — Sí. Ella mandó su ba a buscarme. No podía negarme, no sé si me entiende… Además… tenía curiosidad.
      — Estoy seguro de eso — musitó Benin-. Y cuál fue el tema de la conversación con la haut Rian Degtiar?
      — Pero cómo? Seguramente ustedes la monitorearon… — Era evidente que no había sido así. De lo contrario, Seguridad cetagandana lo habría buscado dos días antes, en el momento de los hechos, sin darle oportunidad de abandonar el Jardín Celestial… y la entrevista habría sido mucho menos amable, seguro. Pero probablemente Benin tenía un vídeo con la salida de Miles hacia el jardín del pabellón, y otra cinta con su regreso. Y un testimonio del guía ba.
      — De todos modos… — dijo Benin sin responder.
      — Bueno… debo admitir que la conversación me confundió mucho. Ella es especialista en genética, como ya sabrá usted…
      — Sí.
      — Creo que su interés por mí… disculpe, todo esto me resulta muy embarazoso… Creo que su interés en mí es sólo por un tema genético. Circulan rumores de que soy mutante. Pero mis problemas físicos son totalmente teratogénicos, es un daño que me causaron con un veneno que entró en contacto con mi organismo antes de que yo naciera. No es genético. Y para mí es de la máxima importancia que eso quede bien claro. — Miles pensó brevemente en los hombres de SegImp que lo estaban escuchando-. Según he sabido, las hautmujeres coleccionan variaciones genéticas naturales para sus investigaciones. La haut Rian Degtiar pareció decepcionada cuando le aseguré que mi caso no ofrece el menor interés desde un punto de vista genético. Al menos, eso supongo. Habló del asunto sin ir al grano realmente… No estoy seguro, pero supongo que percibía que su interés era algo… eh… cuestionable. Lamento decir que las motivaciones de los haut no me resultan totalmente comprensibles. — Miles sonrió alegremente. Ahí estaba. Era el farol más vago, más convincente y poco comprobable que podía improvisar en el momento. Dejaba mucho espacio para lo que el coronel le hubiera sacado a Rian, si es que le había sacado algo-. Lo que sí me interesó fue la burbuja de energía de la hautlady. No tocaba el suelo. Seguramente estaba dentro de una silla— flotante-
      — Sí, usan sillas — flotantes algunas veces — asintió Benin.
      — Por eso le pregunté si alguien había visto entrar a Ba Lura a la cámara. Quién está autorizado a usar esas burbujas? Están relacionadas con sus dueñas, con una clave por ejemplo? Son tan anónimas como parecen, o hay alguna manera de distinguirlas?
      — Están relacionadas con sus dueñas, con una clave. Y cada una tiene una firma electrónica única.
      — Toda medida de seguridad ideada por el hombre puede violarse. Todos somos humanos. Por supuesto, para violar medidas de seguridad, hay que tener acceso a los recursos necesarios.
      — Me doy cuenta de eso, lord Vorkosigan.
      — Mmm. Creo que comprende usted lo que quiero decir. Ésta es la situación que me imagino: suponga que atacaron a Ba Lura con un bloqueador en otro lugar (por desgracia, la cremación apresurada ha hecho que este extremo sea difícil de probar), lo llevaron inconsciente dentro de una hautburbuja hasta el punto ciego, le cortaron el cuello, en silencio y sin que se produjera lucha. Después, la burbuja se aleja. No tomaría más de quince segundos. No sería necesaria mucha fuerza física por parte del asesino. Pero claro, no sé lo suficiente sobre las burbujas para estar seguro de que esto sea posible desde un punto de vista técnico. Y no sé si entraron o salieron burbujas de la rotonda… Cuánto tránsito se produjo realmente durante la ventana de tiempo de la que estamos hablando? No puede haber habido tanto… Entraron o salieron hautburbujas en ese lapso?
      Benin se apoyó en el respaldo de la silla, se mordió los labios y miró a Miles con interés.
      — Es usted muy observador, lord Vorkosigan. Siempre alerta. Durante el tiempo en cuestión, cruzaron la cámara cinco bas, cuatro guardias y seis hautmujeres. Los ba tienen deberes que cumplir: se encargan de los adornos florales y del servicio de limpieza. Las hautmujeres vienen a meditar y rendir honores a la Señora Celestial. Los interrogué a todos: ninguno informó nada sobre el cuerpo de Ba Lura.
      — Entonces… alguno, el último, tiene que estar mintiendo.
      Benin extendió los dedos… y se los miró.
      — No es tan, sencillo.
      Miles hizo una pausa.
      — Yo también odio hacer investigaciones internas — dijo por fin-. Estoy seguro de que usted está documentando cada uno de sus pasos…
      Benin casi sonrió.
      — Eso es asunto mío… no le parece?
      A Miles le estaba empezando a caer bien aquel hombre.
      — Considerando la situación, usted es… de rango bastante bajo para una investigación de esta importancia. No le parece?
      — Eso también… es asunto mío.
      — Entonces, usted es sacrificable.
      Benin esbozó una mueca. Ah, sí. Nada de lo que había dicho Miles era nuevo para Benin. Si había reflexionado sobre la situación, seguro que ya lo sabía. Miles decidió seguir haciéndole favores.
      — Se ha ganado usted un buen compromiso con este asesinato, diría yo, ghemcoronel — señaló. Los dos habían dejado, de fingir que la muerte de Ba Lura era un suicidio-. Pero si el método fue el que yo he sugerido, se puede deducir bastante acerca del asesino. Seguramente el culpable tiene un rango alto, su acceso a seguridad interior es bastante extensa y, perdóneme usted, es alguien con un peculiar sentido del humor, para ser cetagandano. El insulto a la emperatriz casi roza la traición.
      — Eso es lo que se deduce por el examen del método — admitió Benin, en tono de queja-. Lo que me preocupa es el motivo. Ba Lura era ba y no hacía daño a nadie. Sirvió en el jardín Celestial durante décadas. La venganza parece muy improbable.
      — Mm, tal vez. Pero si Ba Lura es un factor conocido, tal vez lo nuevo sea el asesino. Y piénselo usted… décadas de andar por ahí guardando secretos… Ba Lura estaba en un lugar que le permitía saber cosas sobre personas de rangos extraordinariamente altos. Suponga… suponga que Ba Lura… sintió la tentación de chantajear a alguien. Creo que un buen estudio de sus últimos movimientos en estos días podría revelar mucho. Por ejemplo, salió del Jardín Celestial durante esas semanas?
      — Ya… ya hemos iniciado esa investigación.
      — En su lugar yo le daría la máxima prioridad. Tal vez Ba Lura se puso en contacto con su asesino. — O fue a la nave del asesino, que está en órbita, si…-.El momento también es revelador. Desde mi punto de vista, el asesinato tiene todos los visos de haber sido algo apresurado. Si el asesino hubiera tenido meses para planearlo, podría haber hecho algo mucho más cuidado, más sutil y menos conspicuo. Creo que se vio obligado a tomar muchas decisiones en poco tiempo, tal vez en una hora o menos, y algunas de esas decisiones fueron francamente desafortunadas.
      — No lo bastante — suspiró Benin-. Pero usted me interesa, lord Vorkosigan.
      Miles esperaba que esa frase no tuviera doble sentido.
      — Este tipo de cosas es el pan de todos los días para mí. Es la primera vez que tengo la oportunidad de hablar de negocios desde que llegué a Eta Ceta. — Ofreció a Benin una sonrisa de alegría-. Si tiene usted más preguntas para mí, por favor, venga cuando quiera…
      — No creo que usted estuviera dispuesto a contestarlas bajo pentarrápida… o sí? — dijo Benin, sin demasiada esperanza.
      — Ah… — Miles pensó con rapidez-, sí, claro, con el permiso del embajador Vorob'yev. — Permiso que, por supuesto, nunca llegaría. La leve sonrisa de Benin era un indicio de que había entendido la delicadeza de esa negativa no pronunciada.
      — De todos modos, espero encantado la ocasión de seguir conversando con usted, lord Vorkosigan.
      — Cuando usted quiera. Estaré aquí otros nueve días.
      Benin dirigió a Miles una mirada inquisitiva, impenetrable…
      — Gracias, lord Vorkosigan.
      Miles tenía un millón de preguntas que formular a su nueva víctima, pero en la primera sesión no se atrevía a preguntar nada más. Quería proyectar un aire de interés profesional, no de obsesión frenética. Era tentador… y muy peligroso pensar en Benin como aliado. Pero Benin era sin duda una ventana hacia el Jardín Celestial. Una ventana con ojos que devolvían la mirada. Pero tenía que haber alguna forma sutil y razonable de inducir a Benin a pegarse una palmada en la frente y exclamar: Vamos, ¡tengo que examinar más de cerca a esos gobernadores de satrapías!No había duda de que ya estaba mirando en la dirección correcta: hacia arriba. Y por encima del hombro. Una posición realmente incómoda para cualquier trabajo.
      Cuánta influencia podían tener los gobernadores de satrapías, todos parientes cercanos del emperador, en Seguridad Imperial Cetagandana? No demasiada… sin duda los consideraban amenazas potenciales. Pero tal vez uno de ellos había estado estableciendo contactos durante largo tiempo… Tal vez uno de ellos había sido totalmente leal hasta la primera tentación. Era una acusación muy grave; Benin tenía que acertar en su primer intento porque no tendría una segunda oportunidad.
      A quién le importaba el asesinato de un esclavo? Cuánto interés tenía Benin en la justicia abstracta? Si un cetagandano no podía ser el primero en ningún ámbito, le bastaría con ser más— santo— que— los — demás? Casi un impulso estético: el Arte de la Detección. Cuánto riesgo estaba dispuesto a correr el ghemcoronel? Cuánto tenía que perder? Tenía familia, o era una especie de guerrero— monje, completamente entregado a su carrera? A decir verdad, hacia el final de la entrevista Benin había tenido los ojos fijos en la cara de Miles porque le interesaba lo que le estaba diciendo, no porque evitara mirarle el cuerpo. Eso le honraba.
      El anfitrión se levantó con el huésped e hizo una pausa:
      — Ghemcoronel… puedo hacerle una sugerencia personal?
      Benin inclinó la cabeza: curiosidad, permiso.
      — Tiene usted buenas razones para suponer que el problemita viene de más arriba. Pero no sabe de dónde. Si yo estuviera en su lugar, iría directo a la cima. Recurra directamente a su Emperador. Es la única forma en que podrá pasar por encima del asesino.
      Palideció Benin debajo del maquillaje? No había forma de saberlo.
      — Tan alto… Bueno, lord Vorkosigan, no puedo decir que vea a mi amo celestial todos los días.
      — No se trata de amistad. Es un asunto de negocios; negocios del Emperador. Si usted quiere serle útil, tiene que actuar deprisa. Los emperadores son humanos. — Bueno, el emperador Gregor era humano. El Emperador cetagandano era hauthumano. Miles esperaba que fuera más o menos lo misino-. Seguramente, Ba Lura fue para él más que un mueble cualquiera; lo sirvió durante cincuenta años o más. No haga acusaciones, sólo pídale que proteja la investigación, que no deje que la aplasten. Aseste el primer golpe, hoy, antes de que… alguien… empiece a tener… miedo de su… eficiencia. — Si piensa cubrirse la espalda, Benin, por Dios, hágalo bien.
      — Tendré en cuenta su consejo.

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