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Cetaganda (íà èñïàíñêîì)

ModernLib.Net / Bujold Lois McMaster / Cetaganda (íà èñïàíñêîì) - ×òåíèå (ñòð. 16)
Àâòîð: Bujold Lois McMaster
Æàíð:

 

 


      Salió por el costado abierto del pabellón y caminó hacia el sol artificial. justo en ese momento, llegó un auto sin decoraciones fúnebres: una plataforma flotante simple de dos pasajeros con lugar para carga posterior. Esta vez le pareció reconocer al guía: en los controles había una criatura ba de edad avanzada, calva. En cuanto distinguió a Miles, se acercó y detuvo el vehículo. Un vehículo rápido con guardias vestidos de rojo frenó a un costado para interceptar el movimiento.
      — Señor. Los invitados galácticos no pueden circular por el Jardín Celestial sin compañía.
      Miles abrió palma y señaló a su guía ba.
      — Milady requiere y exige la presencia de este hombre. Tengo que llevarlo.
      El guardia hizo un gesto. No estaba satisfecho pero asintió de mala gana.
      — Mi superior hablará con su ama.
      — Por supuesto. — Los labios de su guía se torcieron en lo que Miles interpretó como una mueca de desprecio.
      El guardia les dirigió una mueca de furia y se alejó. Buscaba el comu mientras caminaba. Vamos, vamos, pensó Miles mientras subía al vehículo, que afortunadamente arrancó enseguida. Esta vez, el auto tomó un atajo, elevándose sobre el jardín y alejándose hacia el sudoeste en línea recta. Se movían tan rápido que la brisa revolvía el cabello de Miles. Unos minutos después bajaron hacia el Criadero Estrella, que brillaba, pálido, entre los árboles.
      Una extraña procesión de burbujas blancas se acercaba a una abertura, evidentemente la entrada trasera. Cinco esferas, dos a cada lado y otra por arriba, estaban… persiguiendo a una sexta que saltaba para escapar. Sin embargo, las otras la empujaron hacia la puerta ancha y alta del compartimiento de embarque. Las burbujas zumbaban como avispas enfurecidas cuando los campos de fuerza se tocaban. El pequeño auto de Miles flotó con calma detrás de la procesión y siguió a las burbujas hacia el interior. La puerta se cerró detrás del grupo y se selló con el chasquido sólido y los chirridos típicos de los instrumentos de alta seguridad.
      Excepto por el revestimiento — de piedras pulidas en diseños geométricos en lugar de cemento gris-, el compartimiento de entrada era utilitario y bastante normal. En ese momento estaba vacío excepto por la haut Rian Degtiar, de pie en sus túnicas blancas y holgadas, junto a su propia silla-flotante. La cara pálida estaba tensa
      Las cinco burbujas que habían perseguido a la sexta se acomodaron en el suelo y desconectaron la pantalla de fuerza. Aparecieron cinco de las consortes que Miles había conocido en la reunión nocturna. La sexta burbuja siguió cerrada, blanca sólida, impenetrable.
      Miles se apeó en cuanto el vehículo se posó sobre el pavimento y corrió cojeando hacia Rian.
      — Ivan está ahí? — quiso saber, señalando la sexta burbuja.
      — Eso suponemos.
      — Qué está pasando?
      — Shhh. Espere. — Ella hizo un gesto gracioso, un gesto con las palmas hacia abajo; Miles apretó los dientes. La impaciencia lo consumía. Rian avanzó un paso con la cabeza erguida.
      — Ríndase y coopere — dijo Rian claramente-. Si lo hace, podemos llegar a un acuerdo. Si nos desafía, no tendrá ninguna oportunidad.
      La burbuja siguió en blanco; no se rendía. No tenía forma de escapar ni de atacar. Pero Ivan está ahí dentro.
      — Muy bien — suspiró Rian. Sacó un objeto parecido a un lápiz de la manga, con el dibujo del ave grabado en rojo en un lado; ajustó un control, lo apuntó a la burbuja y pulsó. La burbuja parpadeó y la silla-flotante cayó al suelo con un ruido seco que reverberó, sin energía. Un aullido flotó de una nube de tela blanca y cabello castaño.
      — No sabía que eso fuera posible — susurró Miles.
      — Sólo la Señora Celestial tiene el control — explicó Rian. Volvió a guardarse el objeto en la manga y avanzó otro paso. Luego, se detuvo.
      La haut Vio d'Chilian había recuperado el equilibrio casi instantáneamente. Se arrodilló a medias con un brazo bajo la manga uniformada y negra de Ivan, y levantó el cuerpo derrumbado; la otra mano armada con un cuchillo se apoyó sobre el cuello de su víctima. Parecía un cuchillo muy afilado, apretado contra la piel de Ivan, quien tenía los ojos muy abiertos, dilatados pero con movimiento; estaba paralizado, no inconsciente. Y no muerto. Gracias a Dios.
      Todavía no está muerto.
      A menos que estuviera muy equivocado, Miles sabía que la haut Vio d'Chilian le cortaría el cuello a un hombre indefenso sin el menor reparo. Hubiera querido que el coronel Benin estuviera allí para ver eso.
      — Atáquenme — dijo la haut Vio— y su criado barrayarés morirá ahora mismo.
      Miles supuso que el énfasis en la palabra «criado» era algún tipo de insulto hautesco. No estaba muy seguro del éxito del insulto pero… ésa era otra cuestión.
      Miles caminó espacio hacia Rian, trazando un arco alrededor de la haut Vio, sin acercársele, quien lo siguió con ojos venenosos. Ahora que estaba directamente detrás de ella, la haut Pel hizo un gesto a Miles con la cabeza; su silla-flotante se elevó en silencio y salió del Criadero. A buscar ayuda? Un arma? Pel era la más práctica… así que la misión de él era conseguirle tiempo.
      — ¡Ivan! — dijo, indignado-. ¡Ivan no era el que ustedes buscaban!
      El rostro de la haut Vio expresó sorpresa.
      — Qué?
      Pero claro, lord X siempre usaba a otros, nunca se ensuciaba las manos. Miles había estado en el punto de mira todo el tiempo, había actuado directamente: por lo tanto, lord X había supuesto que Ivan era el jefe.
      — ¡Aj! — exclamó Miles-. Qué suponían ustedes? Creían que al ser más alto, y… y más guapo… tenía que estar moviendo todos los hilos? Así funciona entre los haut, eh? ¡Estúpidos, estúpidos…! Yo soy el cerebro. — Caminó hacia el otro lado, mientras seguía farfullando-. Yo lo entendí todo desde el principio, sabían? ¡Pero no! ¡No! Nadie me toma en serio… — Ivan movió los ojos, la única parte de su cuerpo que todavía controlaba-. Han metido la pata con este secuestro… ¡Han puesto todo el plan en peligro para secuestrar al hombre más prescindible…! — De pronto, Miles temió que la haut Pel no hubiese ido a buscar ayuda. Había ido al baño a arreglarse el pelo y pensaba tomarse todo el día…
      Bueno, sin duda había conseguido captar la atención de todas las presentes: asesina, víctima, hautpolicías y demás. Y ahora qué?
      — Siempre ha sido así, desde que éramos niños, sabe? Cada vez que estábamos juntos, le hablaban a él primero, como si yo fuera un idiota de otro planeta, alguien que necesitaba un intérprete… — La haut Pel reapareció en el umbral y levantó la mano, la voz de Miles se convirtió en un chillido-: Bueno, pues ya estoy harto, harto, harto, entiende?
      La haut Vio se retorció como si se diera cuenta de todo justo en el momento en que Pel hacía zumbar el bloqueador. La mano se tensó sobre el cuchillo cuando la tocó el rayo. Miles se lanzó hacia delante, vio una línea roja en el borde de la hoja y alcanzó a sostener a Ivan cuando ella cayó hacia atrás, desmayada. El borde del rayo también había tocado a Ivan y se le pusieron los ojos en blanco. Miles dejó que la haut Vio golpeara el suelo sola, con toda la fuerza de la gravedad. A Ivan lo bajó lentamente.
      Era sólo una herida superficial. Miles respiró de nuevo. Sacó el pañuelo del pantalón y lo puso sobre las gotas de sangre, después lo presionó contra la herida.
      Levantó la vista hacia la haut Rian y la haut Pel, que flotaban cerca para examinar a la prisionera.
      — Lo atrapó con una droga. Y ahora el rayo… corre algún peligro?
      — No lo creo — dijo Pel. Desmontó de la silla, se arrodilló y buscó en las mangas de la inconsciente haut Vio. Sacó varios objetos que colocó en el suelo, en una ordenada hilera. Había un recipiente de plata, pequeño, con un bulbo en la punta. La haut Pel lo sacudió bajo su graciosa naricita-. Ah, eso… No, no corre peligro. El efecto pasa enseguida. Pero cuando despierte se encontrará muy mareado…
      — Podría darle una dosis de sinergina, milady? — rogó Miles.
      — Sí, claro.
      — Me alegro. — Miles estudió a la haut Rian. Sólo la Señora Celestial tiene el control. Pero Rian había usado el aparato como si estuviera en su pleno derecho y nadie había parpadeado, ni siquiera la haut Vio. Lo entiendes ahora, pequeño? En este momento, Rian es la emperatriz de Cetaganda y todo lo que ha hecho hasta ahora ha tenido autoridad real y completa. Autoridad imperial. Doncella…, sí, claro… Otro de esos hautítulos impenetrables y confusos que no decían lo que significaban; había que saber para entenderlos.
      Seguro de la recuperación de Ivan, Miles se incorporó y preguntó:
      — Qué está pasando ahora? Cómo han encontrado a Ivan? Tienen los bancos de genes? Qué…?
      La haut Rian levantó una mano para detener el alud de preguntas. Hizo un gesto hacia la silla-flotante.
      — Es la silla flotante de la Consorte de Sigma Ceta, pero como puede usted ver, no es la haut Nadina quien la ocupa.
      — ¡Ilsum Kety! Sí? Qué ha pasado? Qué ocurre con la burbuja? Cómo lo han detectado? Cuánto hace que lo sabe?
      — Ilsum Kety, sí. Empezamos a sospechar anoche, cuando vimos que la haut Nadina no volvía con el banco genético. Todos los otros bancos llegaron aquí antes de medianoche. Pero al parecer, Kety pensó que nadie advertiría la ausencia de su consorte hasta las ceremonias de esta mañana. Así que envió a la haut Vio para engañarnos. Nosotras sospechamos de inmediato y la vigilamos.
      — Y por qué Ivan?
      — Eso, no lo sé. Kety no puede hacer desaparecer a una consorte sin que se produzcan enormes repercusiones. Sospecho que pensaba usar a su primo para echarle la culpa de alguna forma.
      — Sí, eso está dentro de su modus operandi. Se da cuenta de que seguramente la haut Vio mató a Ba Lura siguiendo las órdenes de Kety?
      — Sí. — Los ojos de Rian, fijos sobre la forma postrada de la mujer de cabello castaño, estaban fríos como el hielo-. Ella también es una traidora. Ha traicionado a los haut. El Criadero Estrella la juzgará por eso.
      — Tal vez sea importante como testigo — dijo Miles, inquieto-, para limpiar la culpa de Barrayar y la mía en la desaparición de la Gran Llave. No… se precipite, por favor… hasta que sepamos lo que necesitamos…
      — Ah… nosotras tenemos muchas preguntas que hacerle primero.
      — … Entonces, Kety todavía tiene el banco. Y la Llave. Y está sobre aviso. — Mierda. A qué imbécil sé, le habría ocurrido la idea de los bancos…? Ah, sí… Pero no puedes echarle la culpa a Ivan por esto, compañero. A ti también te pareció que recuperar los bancos era el mejor movimiento táctico. Y Rian también cayó. Idiotez por votación unánime del comité, la mejor de las idioteces…
      — Y él tiene a su consorte y sabe que no puede conservarla con vida. Tiene que matarla. No pensé… que estaba enviando a la haut Nadina a la muerte. — La haut Rian miró la pared más lejana, evitando los ojos de Miles y Pel.
      Yo tampoco lo pensé. Miles tragó saliva. Tenía ganas de vomitar.
      — Puede enterrarla en el caos de la rebelión cuando todo se desate. Pero todavía no… — Hizo una pausa-. Si necesita a Ivan para arreglar su muerte e incriminar a Barrayar artísticamente… no creo que la haya matado todavía. La tiene a salvo, en la nave… No está muerta. — ¡Por favor, que no esté muerta!-. Y además, sabemos otra cosa. La haut Nadina está ocultando información con éxito, tal vez hasta lo lleva en la dirección equivocada a propósito. Estoy seguro: él no habría intentado nada de esto si supiera… — En realidad, eso también podía significar que la haut Nadina estaba muerta. Miles se mordió el labio-. Pero el gobernador Kety ya ha hecho unos cuantos movimientos incriminatorios. Todas las pruebas apuntan contra él, y no contra mí… no es cierto?
      Rian dudó.
      — Tal vez. No cabe duda de que es muy inteligente.
      Miles miró con los ojos muy abiertos la silla-flotante inerte, levemente inclinada sobre el suelo y poco impresionante sin el halo del campo de fuerza.
      — También nosotros lo somos. Esas sillas-flotantes… Alguien las relaciona electrónicamente con sus ocupantes, verdad? Sería muy tonto de mi parte suponer que la persona que establece la relación es la Señora Celestial?
      — Correcto, lord Vorkosigan.
      — Así que usted tiene el aparato de control… podría conceder el código de esta silla a cualquiera…
      — A cualquiera no. Sólo a cualquier hautmujer.
      — Ilsum Kety espera el regreso de esa hautburbuja. Espera a una hautmujer y un barrayarés prisionero, verdad? — Miles respiró hondo-. Creo… creo que no deberíamos hacerle esperar.

14

      — He encontrado a Ivan, señor. — Miles sonrió a la comuconsola. El fondo que había detrás de la cabeza del embajador Vorob'yev estaba borroso, pero los sonidos de la comida, voces bajas, tintineos de platos y cubiertos, llegaban con mucha claridad-. Está visitando el Criadero Estrella. Nos quedaremos un rato… no podemos insultar a la anfitriona… ya me entiende. Pero seguramente voy a poder rescatarlo y volver con ustedes antes de que termine la ceremonia. Tenemos un guía ba.
      La cara de Vorob'yev tenía una expresión que hubiera podido definirse de cualquier manera menos con la palabra «felicidad».
      — Bueno. Supongo que no queda más remedio que aceptarlo. Pero al coronel Vorreedi no le gustan mucho estas transgresiones de la agenda, aunque tengan valor como contactos culturales, y debo decir que empiezo a compartir su opinión. No… No deje usted que lord Vorpatril haga nada… inapropiado, eh? Las haut no son ghem. Eso usted ya lo sabe.
      — Sí, señor. Ivan está bien. Se está portando mejor que nunca. — Ivan estaba frío y quieto, en el compartimiento de embarque, pero el color le volvía lentamente a la cara gracias a la sinergina.
      — Y cómo ha conseguido obtener ese extraordinario privilegio? — preguntó Vorob'yev.
      — Ah, bueno, ya conoce usted a Ivan. No podía dejarme dar un golpe sin probar él también. Más tarde se lo explicaré todo. Ahora tengo que irme.
      — Estaré esperando con impaciencia. Seguro que es fascinante — murmuró el embajador en tono seco. Miles cortó la comunicación antes de que la sonrisa se desvaneciera.
      — Fiuuu. Eso nos da algo de tiempo, pero muy poco. Tenemos que actuar enseguida.
      — Sí — dijo la haut que lo escoltaba, la consorte morena de Rho Ceta. Hizo girar la silla y lo guió fuera de la oficina con la comuconsola; él tuvo que trotar para seguirla.
      Volvieron al compartimiento de carga justo cuando Rian y la haut Pel terminaban de codificar la silla flotante de la haut Nadina. Miles dirigió una mirada ansiosa a su primo, tendido sobre el suelo labrado. La respiración de Ivan parecía profunda y normal.
      — Estoy listo — informó a Rian-. Mi gente tardará por lo menos una hora en venir a buscarme. Si Ivan se despierta… bueno… no creo que usted tenga problemas en controlarlo. — Se humedeció los labios-: Si las cosas salen mal… vaya a ver al ghemcoronel Benin. O a su emperador. No busque a nadie de rango intermedio en Seguridad. Lo que está pasando, sobre todo el hecho de que el gobernador Kety haya podido meter mano en sistemas que todos creíamos inexpugnables, indica claramente que tiene una buena relación en las altas esferas, probablemente muy arriba, en Seguridad, señora, y esa relación le ayuda y le apoya. Sospecho que si la rescata esa persona, sea quien fuere, la experiencia puede ser fatal.
      — Entiendo — dijo la haut Rian con seriedad-. Y estoy de acuerdo con su análisis, lord Vorkosigan. Ba Lura no habría llevado la Gran Llave a Kety para que él la duplicara si no hubiera estado convencido de que era capaz de hacerlo. — Se enderezó sobre el brazo de la silla y dirigió un gesto a la haut Pel.
      Ella se había llenado las mangas con los pequeños objetos de la haut Vio. Se arregló las túnicas blancas y se sentó con gracia. Lamentablemente los objetos no incluían armas de energía y llevarlas hubiera alertado los sistemas de rastreo de Seguridad, sobre todo porque eran demasiado voluminosas. Ni siquiera un bloqueador, pensó Miles. Realmente lo lamentaba. Me voy a una batalla orbital con mi uniforme de gala y botas de montar, totalmente desarmado. Perfecto… Se acomodó otra vez a la izquierda de la haut Pel, sobre el apoyabrazos, y trató de no sentirse como un muñeco de ventrílocuo: lo que más se adecuaba a su aspecto. La pantalla de fuerza de la burbuja los envolvió; Rian retrocedió un paso y los saludó con la mano. Pel, con la mano derecha sobre el panel de control, hizo girar la burbuja y flotaron con rapidez hacia la salida, que se dilató para franquearles el paso; otras dos consortes salieron al mismo tiempo y se alejaron en otras direcciones.
      A Miles le dolía el corazón, cuando pensaba en lo que hubiera sentido con Rian como camarada de armas. El corazón, pero no la cabeza. Era esencial que Rian… la testigo más creíble de la traición de Kety, no cayera en manos de Kety. Además le gustaba el estilo de Pel. Ya había demostrado su capacidad para pensar con claridad y rapidez en una emergencia. Todavía no estaba seguro de que la caída desde el edificio hubiera sido realmente necesaria, le parecía un gesto de mera diversión. Una hautmujer con sentido del humor, o casi… Por desgracia tenía ochenta años, era una consorte, era cetagandana y… Quieres acabar con eso, por favor? No eres Ivan y nunca lo serás. Bueno, en todo caso, éste es el último día para la traición del hautgobernador Isum Kety…
      Se unieron al grupo de Kety, casi listo para partir en la puerta sur del Jardín Celestial. La haut Vio había secuestrado a Ivan lo más tarde posible, por razones de seguridad. Como correspondía a su dignidad de gobernador, el séquito de Kety era numeroso: más de veinte ghemguardias, ghemladies, lacayos que no eran ba y, para horror de Miles, el ghemgeneral Chillan. Estaría al corriente de la traición de su amo, o pensaban matarlo con la haut Nadina en el camino de vuelta y reemplazarlo por algún otro, designado por Kety? Tenía que ser una cosa o la otra; el comandante de las tropas imperiales de Sigma Ceta no podía mantenerse neutral en el golpe de Estado.
      Kety hizo un gesto a la burbuja de la haut Vio y la haut Pel entró en el vehículo personal del gobernador, que los llevaría al puerto de transbordadores, lugar de aterrizaje exclusivo de los altos funcionarios del imperio. El ghemeneral Chilian subió a otro auto; Miles y la haut Pel se encontraron solos con Kety en el espacio limitado de esa especie de camioneta cerrada, diseñada sin duda para las burbujas de las hautladies.
      — Llegas tarde. Has tenido problemas? — preguntó Kety, sin aclarar las cosas mientras se acomodaba en el asiento. Parecía preocupado y tenso, como correspondía a un deudo de la emperatriz muerta… o a un hombre montado sobre un tigre furioso y muy hambriento.
      Sí, sí… debería haberme dado cuenta de que era lord X apenas vi ese cabello teñido… decidió Miles. Un hautlord que no estaba dispuesto a esperar para conseguir lo que podía ofrecerle la vida.
      — Nada importante. Todo arreglado — Informó Pel. El filtro de voz, al máximo de la interferencia posible, alteraba los tonos y los convertía en una imitación no del todo correcta de los timbres de la haut Vio.
      — Por supuesto, querida. No bajes el campo de fuerza hasta que estemos a bordo.
      — Sí.
      S… el ghemgeneral Chilian tiene una cita con un sello de aire no muy amistoso en el camino a casa… ahora lo sé. Pobre tonto, pensó Miles. Tal vez la haut Vio quería volver a su hautgenoma. Era la amante de Kety o su ama? O tal vez funcionaban en equipo? El hecho de que hubiera dos cerebros detrás del plan ayudaría mucho a explicar la rapidez, flexibilidad y confusión de los hechos.
      La haut Pel tocó un control y se volvió hacia Miles.
      — Cuando lleguemos a bordo, debemos decidir si buscamos primero a Nadina o la Gran Llave.
      Miles casi se ahogó del espanto.
      — Em… — Hizo un gesto hacia Kety, sentado a menos de medio metro de sus rodillas.
      — No nos oye — le aseguró Pel.
      Parecía cierto, porque Kety dirigió una mirada distraída hacia el paisaje que se veía a través del techo descubierto del auto de superficie.
      — La recuperación de la Llave — siguió diciendo Pel— sigue siendo nuestro primer objetivo.
      — Mm… Pero si la haut Nadina está viva, es un testigo importante desde el punto de vista de Barrayar. Y… tal vez sabrá dónde está la Llave. Yo supongo que está en un laboratorio. Tienen que estar tratando de descifrarla, estoy seguro, pero la nave es muy grande y hay mucho espacio para montar un laboratorio de decodificación.
      — Tanto la Llave como Nadina tienen que estar cerca de las habitaciones de Kety — dijo Pel.
      — No la habrá metido en un calabozo?
      — Dudo que Kety quiera que muchos de sus soldados y servidores sepan que su consorte está presa. No. Seguramente la tiene en un camarote.
      Me pregunto dónde tiene pensado poner en escena el crimen en que planea involucrar a Ivan. Las consortes se mueven dentro de límites muy estrechos. No puede hacerlo en su nave ni en su residencia. Y seguramente no se atreverá a repetir un asesinato dentro del jardín Celestial… eso sería demasiado. Supongo que ha tramado algo distinto… para esta misma noche.
      El gobernador Kety levantó la vista y miró la burbuja.
      — Ya se está despertando? — preguntó.
      Pel se tocó los labios con la mano y luego apretó los controles.
      — Todavía no.
      — Quiero interrogarlo primero. Tengo que averiguar cuánto saben…
      — Hay tiempo…
      — No tanto…
      Pel cerró el sonido exterior otra vez.
      — La haut Nadina primero — votó Miles con firmeza.
      — Creo… creo que tiene usted razón, lord Vorkosigan — suspiró Pel.
      No mantuvieron más conversaciones peligrosas con Kety porque la confusión del embarque del grupo que iba a entrar en órbita absorbió por completo a Kety. El gobernador se comunicaba constantemente con el comu. No volvieron a estar a solas con el gobernador hasta que la multitud entró en el corredor del transbordador, pasó a la nave oficial de Kety y se alejó hacia sus muchas obligaciones y placeres. El ghemgeneral Chilian ni siquiera intentó hablar con su esposa. Pel siguió a Kety, que le había hecho un gesto claro después de despedir a sus guardias. Miles supuso que ahí empezaba la diversión. Limitar el número de testigos también reduce la cantidad de asesinatos necesarios para mantener el secreto si las cosas salen mal.
      Kety los llevó a un corredor ancho, lujoso, evidentemente destinado a las habitaciones de clase alta. Miles tocó a la haut Pel en el hombro:
      — Mire. En el pasillo. Ve?
      Había un lacayo frente a la puerta de un camarote. Cuando pasó el dueño de la nave, se puso firme, pero Kety entró en otro camarote. El guardia se relajó.
      Pel dobló el cuello.
      — Puede ser la haut Nadina?
      — Sí. Bueno… Tal vez. No creo que se atreviera a poner un verdadero soldado. No si no está al mando de las estructuras de comando. — Miles pensó que había sido una tontería no notar el cisma entre Kety y su ghemgeneral. Ésa había sido una gran oportunidad perdida…
      La puerta se cerró detrás del grupo y Miles se volvió para examinar aquel lugar. La habitación estaba limpia y no tenía decoraciones ni efectos personales: un camarote sin uso.
      — Podemos ponerlo aquí — dijo Kety, señalando un jergón en un rincón del cuarto-. Puedes mantenerlo bajo control químico, o necesitamos guardias?
      — Bastará con algunas sustancias químicas — contestó Pel-, pero necesito algunas cosas. Sinergina. Pentarrápida. Y será mejor que lo sometamos a algunas pruebas por si tiene alergia inducida a la penta. Se la producen a mucha gente importante, ya lo sabes… No creo que tú quieras que Vorpatril muera en este lugar.
      — Clarium?
      Pel miró a Miles con los ojos llenos de preguntas. No conocía la palabra. El clarium era un tranquilizante de interrogatorio muy común entre los militares. Miles asintió.
      — Buena idea — se arriesgó ella.
      — No hay posibilidad de que despierte antes de que yo vuelva? — preguntó Kety, preocupado.
      — Lamento decir que se me fue un poco la mano con la droga…
      — Mmm. Por favor, ten cuidado, mi amor. No tiene que haber demasiados residuos químicos en la autopsia. Aunque con suerte, no creo que tengan material para una autopsia.
      — No me gusta tentar demasiado a la suerte.
      — Bien dicho — dijo Kety, con una exasperación especial-. Por fin estás aprendiendo.
      — Te espero — dijo Pel con frialdad, como para que se fuera. Probablemente la haut Vio habría dicho lo mismo.
      — Déjame que te ayude a acostarlo — dijo Kety-. Seguramente estás muy incómoda ahí dentro.
      — No, no. Lo estoy usando de apoyapiés. La silla flotante es… tan cómoda. Me gustaría… bueno, disfrutar del privilegio de una haut un poquito más, mi amor — suspiró Pel-. Hace tanto que…
      Los labios de Kety se afinaron en una sonrisa divertida.
      — Muy pronto tendrás más privilegios que la emperatriz, y todos los extranjeros que quieras a tus pies. — Hizo un gesto hacia la burbuja y salió a toda prisa. Adónde iría un gobernador con una lista de drogas para interrogatorio? A la enfermería? A Seguridad? Y cuánto tiempo tardaría?
      — Ahora — dijo Miles-. Por el corredor. Tenemos que librarnos del guardia… Ha traído usted la sustancia que le dio la haut Vio a Ivan?
      Pel sacó el bulbo de la manga y lo levantó.
      — Cuántas dosis quedan?
      Pel afinó la vista.
      — Dos. Vio preparó de más. — Había un tono de desaprobación en su voz, como si Vio hubiera perdido puntos con esa redundancia.
      — Yo me hubiera llevado cien, por si acaso. De acuerdo. úsela… no toda, si no es necesario.
      Pel sacó la burbuja del camarote y dobló por el corredor. Miles se deslizó detrás de la silla y se aferró al respaldo. Las botas le resbalaban un poco sobre la base que sostenía la fuente de energía de la silla. Escondido detrás de las faldas de una mujer? Ese medio de transporte — y cualquier otra cosa que significara estar bajo el control de un cetagandano o cetagandana— era frustrante, pero la misión de rescate era su principal objetivo. Para el hambre no hay pan duro. Pel se detuvo frente al guardia de librea.
      — Servidor — le dijo.
      — Haut. — El hombre hizo una reverencia frente a la burbuja blanca-. Estoy de guardia y no puedo ayudarla.
      — No necesito mucho tiempo. — Pel bajó la pantalla de fuerza. Miles oyó un siseo y un ruido de toses. La silla se sacudió y él se deslizó hacia el suelo. Cuando se levantó, descubrió a Pel con el guardia caído sobre la falda en una posición incómoda y extraña.
      — Mierda — — dijo Miles, con pena-, deberíamos haberle hecho esto a Kety en el primer camarote… Bueno, veamos qué hacemos con esta almohadilla de palma.
      Una almohadilla estándar. Qué palmas la abrirían? Muy pocas, seguramente: Kety, tal vez Vio, y el guardia, para casos de emergencia.
      — Levántelo un poco — dijo Miles y apretó la palma del hombre inconsciente contra el lector. — Ah — suspiró, aliviado. La puerta se deslizó sin alarmas ni protestas. Miles le quitó el bloqueador al guardia y entró de puntillas con la haut Pel detrás.
      — Ay — gimió Pel, furiosa. Habían encontrado a la haut Nadina.
      La anciana estaba sentada en un jergón similar al del otro camarote, cubierta sólo con la malla blanca. Los efectos de un siglo de gravedad eran suficientes para dañar incluso ese cuerpo haut: sacarle las túnicas exteriores, voluminosas y llamativas, era una indignidad deliberada que hubiera podido superarse sólo con la desnudez absoluta. Le habían sujetado el cabello al suelo a un metro de la punta con un aparato que no había sido diseñado para ese propósito. No era una posición cruel, físicamente hablando — el largo del cabello le dejaba dos metros para moverse alrededor-, pero había algo terriblemente ofensivo en el asunto. Idea de la haut Vio, tal vez? Miles pensó que ahora entendía la reacción de Ivan frente al árbol de gatitos. Estaba mal hacerle eso a la anciana señora (aunque fuera una anciana señora de una raza tan aborrecible como la de los haut). Y para colmo, Nadina le recordaba a su abuela betanesa… bueno, no exactamente, Pel era la que se parecía más a su abuela Naismith en carácter pero…
      Pel arrojó al guardia al suelo y corrió hacia su hermana consorte.
      — Nadina, te han hecho daño?
      — ¡Pel! — Cualquiera hubiera caído en brazos de la salvadora pero como Pel y Nadina eran haut, se limitaron a un apretón de manos, aunque fue un apretón muy afectuoso.
      — ¡Ah! — — dijo Pel, furiosa por la situación de Nadina. Se quitó algunas túnicas, seis más o menos, y se las entregó a Nadina, que se las puso con gracia y se irguió con más decisión. Miles completó la revisión del lugar para asegurarse de que estaban solos y se volvió hacia las mujeres que estaban de pie, mirando las puntas del cabello. Pel se arrodilló y tiró de algunos mechones, pero no pudo desprenderlos.
      — Ya lo he intentado — suspiró Nadina-. No salen ni de uno en uno.
      — Dónde está la llave de eso?
      — La tenía Vio.
      Pel vació los bolsillos de su arsenal misterioso, pero Nadina meneó la cabeza.
      — Mejor lo cortamos — dijo Miles-. Tenemos que irnos de aquí cuanto antes.
      Las dos mujeres lo miraron, horrorizadas.
      — ¡Las hautmujeres nunca se cortan el pelo! — exclamó Nadina.
      — Mmm, discúlpenme, milady, pero esto es una emergencia. Si nos vamos ahora mismo a los compartimientos de emergencia de la nave, puedo llevarlas a terreno seguro antes de que Kety se dé cuenta. Tal vez incluso logremos salir de aquí sin hacer ruido. Cada segundo de retraso representa un grave peligro con este margen limitado de tiempo.
      — ¡No! — dijo Pel-. Antes necesitamos la Gran Llave.
      Miles sabía que no le sería posible mandar a las dos mujeres de vuelta hacia el planeta y quedarse a buscar la Llave: él era el único piloto orbital calificado del trío. Iban a tener que seguir los tres juntos, Mierda. Manejar a una hautlady ya constituía un problema, pero tratar con dos iba a ser peor que intentar conducir un rebaño de gatos.

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